La abolición del trabajo o abolición del trabajo asalariado, es una reivindicación revolucionaria procedente del marxismo[1] y del anarquismo[2] que pretende una redistribución de la riqueza que reduzca la desigualdad económica de manera que todos los seres humanos puedan obtener lo suficiente para satisfacer sus necesidades sin la necesidad de desarrollar un trabajo remunerado. Asimismo, se considera necesaria la contribución de todos para el mantenimiento de toda la humanidad en condiciones de dignidad debiendo ser compatible con la reducción del tiempo dedicado a la producción y eliminando la alienación originada por el trabajo[3] en una sociedad poscapitalista.[4][5]
Algunos de los hitos relacionados con la mejora de las condiciones de trabajo son la abolición de la esclavitud, la abolición de la servidumbre, la jornada laboral de ocho horas, la abolición del trabajo infantil mediante el Convenio sobre la edad mínima para trabajar, así como aquellas regulaciones laborales que defiende la igualdad de la mujer para evitar la diferencia salarial de género.
Durante la Revolución Rusa de 1917, el partido bolchevique empleó el argumento marxista de la abolición del trabajo asalariado pero no llegó a abolirlo. La única vez que se llevó a la práctica fue durante la Revolución social española de 1936 y principios de 1937 y solamente en algunas colectividades libertarias españolas.[6][7]
Desde otras corrientes de pensamiento se han defendido posturas relacionadas con la abolición del trabajo. Así, desde el Catolicismo social, Severino Aznar Embid defendió en su libro la 'abolición del salariado' como manera de acabar con la condición de trabajador dependiente.[8]
La idea sigue siendo defendida por muchos marxistas,[1] anarquistas, y sindicalistas pero también, en las décadas finales del siglo XX y primeras décadas del siglo XXI, por numerosos estudiosos que, por diferentes razones -automatización,[4] aumento de la productividad, demográficas -alto desempleo estructural-, ecológicas, etcétera-, consideran necesaria e inevitable la reducción del tiempo de trabajo[9] y que, para numerosos colectivos de la población que estarán fuera del mercado de trabajo, será necesaria la institucionalización de una renta básica universal o rentas que permitan la supervivencia con dignidad.[10][5]
Para Karl Marx, el trabajo asalariado, es decir, el alquiler de la fuerza de trabajo del trabajador por parte del capitalista, es un aspecto del modo de producción capitalista. Según Marx, mediante esta realidad se transforma el trabajo en una mercancía y el aumento y desarrollo del trabajo asalariado implica el desarrollo de la relación social capitalista en la sociedad.
Marx elaboró esta noción también para oponerse al desarrollo de la propiedad privada de los medios de producción ya que la consideraba reaccionaria. Para Marx, el comunismo, es decir, la socialización de los medios de producción o dicho de otra manera, hacer que los medios de producción sean un bien común, es una etapa del desarrollo de las sociedades humanas que se dará después capitalismo, mientras que la producción artesanal y a pequeña escala es una etapa anterior. Esto es parte de su argumento contra el anarquista francés Pierre-Joseph Proudhon. Hay tres razones que indica para defender su argumento:
En relación con el trabajo asalariado Karl Marx escribió Trabajo asalariado y capital en 1847 y Salario, precio y ganancia, en 1865.
En la obra Salario, precio y ganancia, Marx señala:
El anarquismo propone la abolición del trabajo en muchas de sus obras emblemáticas. Consideran el trabajo una penitencia y un castigo, donde tiene lugar una disciplina férrea: vigilancia, trabajo repetitivo, control horario, control productivo, etcétera, que aleja al hombre de su condición. Contrarios a la mitificación del trabajo como valor humano lo consideran un crimen y van más allá de la consideración marxista de la extracción de la plusvalía, se oponen al productivismo. Proponen la absoluta libertad, la autonomía, el mutualismo, el apoyo mutuo y el federalismo social, la creatividad y el juego voluntario (Homo ludens) como condición del desarrollo integral humano y como oposición al trabajo productivo. Algunos autores que han tratado el tema de la abolición del trabajo son: Pierre-Joseph Proudhon en su libro de 1840 ¿Qué es la propiedad?;Paul Lafargue en su libro de 1880 El derecho a la pereza; Bob Black en su libro de 1985 La abolición del trabajo.[12][13]
En su libro La abolición del trabajo, Bob Black indica:
Severino Aznar Embid a lo largo de todas sus obras desarrolla el pensamiento del Catolicismo social que pretende, entre otras atribuciones, difundir el catolicismo entre todos los sectores sociales para que sea posible un mejor entendimiento y resolución de los problemas sociales. A la vez considera que si ese ideal es difícil de conseguir hay que buscar soluciones sociales que resuelvan los distintos problemas.
En su libro de 1921 Abolición del salariado, defiende, con el objeto de eliminar la lucha de clases, que el trabajador se haga propietario para lo que propone el cooperativismo como la mejor solución que puede ser articulada de diferentes formas.[8]
La respuesta radical y teórica de la abolición del trabajo que se defiende desde el marxismo y el anarquismo tiene una propuesta, defendida también desde posiciones marxistas, anarcosindicalistas, socialdemócratas y también desde posiciones ideológicas más liberales, considerada más realista en el contexto del capitalismo, que es la reducción del tiempo de trabajo con el objetivo de aminorar los perjuicios del exceso de tiempo de trabajo y la alienación, así como favorecer la conciliación de la vida familiar y laboral y la mejora del ocio personal; indicadores que se consideran favorables a una mejor calidad de vida y mayor bienestar social. Las revoluciones, revueltas y huelgas del movimiento obrero lograron, entre el siglo XIX y el XX la implantación de la jornada de ocho horas con muy diferente aplicación según los países.[14][15][16][17][18][19][20]
Las nuevas demandas, en las décadas finales del siglo XX y primeras del siglo XXI, giran alrededor de la instauración de la semana laboral de 4 días (Four-day workweek) con un jornada diaria de 8 horas, es decir un horario semanal de 32 horas laborales.[21][22][19]
Existen numerosas propuestas y experiencias en este sentido. En 2013, en España, ante el aumento del desempleo por encima del 25% y la prolongación de la crisis económica española de 2008-2013 el político socialista Alfonso Guerra defendió la jornada de 32 horas en cuatro días como forma de impulsar el empleo.[23][24][25][26] El sindicato más importante de Alemania, IG Metall, reclama la semana laboral de 28 horas (4 días laborables de 7 horas) para los trabajadores por turnos y aquellos al cuidado de terceros.[27] En 2018 la empresa Perpetual Guardian de Nueva Zelanda probó la semana de 4 días y la adoptó para siempre al comprobar la mejora en la productividad[28] Ese mismo año el sindicado español Unión General de Trabajadores (UGT) propuso reducir la semana laboral a cuatro días con el mismo salario para hacer frente a la automatización.[29][30][31][32] La Generalidad Valenciana incluyó en los Presupuestos de 2021 una partida destinada a subvencionar a empresas que reduzcan la jornada laboral a cuatro días o 32 horas semanales de trabajo sin que ello comporte una reducción de sueldo para sus trabajadores. La empresa de Jaén Software DelSol mantiene una jornada de 36 horas en invierno y 28 horas en verano.[33][34] En España, hasta 250 empresas ensayarán la reducción de la jornada laboral o el trabajo durante cuatro días semanales.[35][36][37] Durante 2021 la empresa Unilever probará en Nueva Zelanda la semana laboral de cuatro días con el 100% del salario.[38] La primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, propueso a los empresarios la implantación de la semana laboral de cuatro días para fomentar el turismo interno y potenciar la economía.[39]
Owlapps.net - since 2012 - Les chouettes applications du hibou