Cristo en la columna o Cristo atado a la columna es una escena evangélica y un tema iconográfico muy frecuente en el arte cristiano, dentro del ciclo de la Pasión.
La escena transcurre en el Pretorio de Jerusalén (el centro de poder romano, dirigido por Poncio Pilato), a donde Jesucristo ha llegado por segunda y última vez, tras su paso por distintas instancias (Anás, Caifás y Herodes). Es exhibido ante la multitud (escena denominada Ecce homo), que prefirió liberar a Barrabás antes que a él, y (bien antes o después de esa exhibición) es despojado de sus ropas (no debe confundirse esa escena con la de el expolio, que es la previa a la crucifixión), vestido con un rico manto (no debe confundirse con la túnica de Cristo) y atado a una columna, donde será sometido a burlas (relativas a su presunto delito: pretender ser "rey de los judíos" -INRI-) y torturas (entre ellas, la flagelación y la coronación de espinas, denominaciones iconográficas que a veces son totalmente identificables con ésta y a veces se diferencian con precisión).
Los pasajes evangélicos que tratan este asunto están en Mateo 27,[1] Marcos 15,[2] Juan 18 y 19,[3] y Lucas 22 y 23[4] (en este evangelio la escena de golpes y burlas no se produce en el Pretorio, sino entre el prendimiento y la comparecencia ante Caifás).
La columna es a veces representada como una columna sustentante, que va de suelo a techo, o como una pequeña columna, de aproximadamente un metro de altura y provista de argollas. Cristo puede estar encadenado o atado a ella.
La Flagelación a manos de los romanos se menciona en tres de los cuatro Evangelios canónicos: Juan 19:1, Marcos 15:15, y Mateo 27:26, y era el preludio habitual a la crucifixión bajo la ley romana.[5] Ninguno de los tres relatos es más detallado que el de Juan: "Entonces Pilato tomó a Jesús y lo hizo azotar" (NVI). El relato comparable de Lucas, Lucas 22:63-65 es de los guardias del Sumo Sacerdote golpeando y burlándose de Jesús. En la Pasión de Cristo, el episodio precede a la Burlas a Jesús y a la Coronación con espinas, que según los Evangelios sucedieron al mismo tiempo o inmediatamente después. A diferencia de la flagelación, éstos no formaban parte del proceso judicial romano normal.[6]
La cohorte romana sestaba compuesta por unos 625 soldados, cuyo cuartel era la Torre Antonia, junto al Templo. La componía mercenarios de otras zonas. Así se comprenden las burlas y la farsa del saludo: «Salve, Rey de los Judíos», y da un sentido al pasaje: al rechazo anterior de los judíos, le sigue ahora el de los gentiles. En este pasaje se pone de manifiesto el valor redentor universal de los sufrimientos de Cristo:
En un relato sobrio, el evangelista pone de manifiesto las burlas en el palacio del sumo sacerdote, los azotes en la casa de Pilato, y ahora las groserías de los soldados. Éstos se burlan de la realeza de Jesús, pero
Los soldados hacen ridiculización de la realeza de Jesús pero, sin quererlo, le manifiestan como lo que es: Rey.
Los autores espirituales se han conmovido ante esta imagen de Cristo maltratado: «Mira cuál estaría aquel divino rostro:
Entre otros artistas, el tema fue tratado en pintura por Caravaggio (Cristo en la columna, museo de Rouen, también denominado La flagelazione) y un pintor caravaggiesco como Pasquale Ottino; y en escultura por Gregorio Fernández (El Señor Atado a la Columna) y muchos otros imagineros españoles.
Son muy numerosos los retablos y capillas con esta advocación:
Son muy numerosas las cofradías, pasos y procesiones de Semana Santa, especialmente de la Semana Santa en España, que se denominan "de la Columna", del "Cristo de la Columna" o con expresiones similares:
Semana Santa de Ciudad Real Cristo de la Bondad y Virgen del Consuelo
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