En construcción se conoce por techo (del latín tectum y este a su vez del verbo tegere con significado de recubrir, cubrir, proteger) (también techado[1] o plafón)[2] al conjunto de disposiciones constructivas de la parte superior de un edificio, construcción, habitáculo, etc., que lo cubre y cierra,[3] principalmente para proteger su interior contra el clima y la humedad.
También se llama así el paramento superior de una habitación, aunque es más propio llamarlo cielorraso o cielo, especialmente cuando son planos y no tiene una forma especial, en cuyo caso se llaman según esa forma bóveda, cúpula, artesonado, etc.
La techumbre es el conjunto de la estructura y elementos de cierre de un techo.[4]
Dependiendo del fin y tipo de construcción, el techo puede ser diseñado y construido de diversas formas y con una variedad de materiales.
Los techos se clasifican según su aspecto o construcción. Un techo de tipo catedral es cualquier superficie de techo alto similar a los de una iglesia. Un falso techo es aquel en el que la superficie acabada se construye en cualquier lugar de unos pocos centímetros o pulgadas a varios pies o unos pocos metros por debajo de la estructura por encima de ella. Esto puede hacerse con fines estéticos, como conseguir una altura de techo deseable, o con fines prácticos, como amortiguar el ruido o proporcionar un espacio para la climatización o las tuberías. Lo contrario sería un suelo elevado. Un techo cóncavo o en forma de barril está curvado o redondeado hacia arriba, normalmente por su valor visual o acústico, mientras que un techo artesonado está dividido en una retícula de paneles cuadrados u octogonales empotrados, también llamado "techo lacunar". Los techos abovedados utilizan una transición curvada de yeso entre la pared y el techo; reciben su nombre de la moldura abovedada, una moldura con una curva cóncava[5] Los techos tensados (o tensores) utilizan una serie de paneles individuales de un material como el PVC fijados a un raíl perimetral.[6]
Los techos se han decorado a menudo con pintura al fresco, mosaicos y otros tratamientos superficiales. Aunque es difícil de ejecutar (al menos en el lugar), un techo decorado tiene la ventaja de que está protegido en gran medida de los daños causados por dedos y polvo. En el pasado, sin embargo, esta preservación se compensaba con creces con el daño que causaba el humo de las velas o de una chimenea. Muchos edificios históricos tienen techos célebres. Quizá el más famoso sea el techo de la Capilla Sixtina, obra de Miguel Ángel.
La altura del techo puede tener repercusiones psicológicas, sobre todo en el caso de los techos bajos.[7]
Los materiales más utilizados son:
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