![Bretaña Bretaña](/modules/owlapps_apps/img/errorimg.png)
Bretaña (en francés: Bretagne; en bretón: Breizh; en galó: Bertaèyn) es una de las trece regiones que, junto con los territorios de ultramar, conforman la República Francesa. Su capital y ciudad más poblada es Rennes. Está ubicada en el extremo oeste del país, limitando al norte con el canal de la Mancha, al noreste con Normandía, al sureste con Países del Loira, al sur con el golfo de Vizcaya (océano Atlántico) y al oeste con el mar Céltico (océano Atlántico).
Con 27 208 km² es la tercera región menos extensa —por delante de Isla de Francia y Córcega, la menos extensa—, con 3 218 000 habs. en 2012, la cuarta menos poblada —por delante de Borgoña-Franco Condado, Centro-Valle de Loira y Córcega, la menos poblada— y con 118 hab/km², la cuarta más densamente poblada, por detrás de Isla de Francia, Alta Francia y Provenza-Alpes-Costa Azul.
Está formada por los departamentos de Finisterre, Costas de Armor, Morbihan y Ille y Vilaine. Desde el nacionalismo bretón se reivindica como territorio histórico bretón, además de la actual región de Bretaña, el departamento de Loira Atlántico, que perteneció a la Bretaña histórica y actualmente pertenece a la región de los Países del Loira. La reforma territorial de 2014 no afectó a la delimitación de la región, siendo una de las seis regiones metropolitanas que no cambiaron.
Con una superficie de 27 208 km², comprende la península que se extiende unos 240 km hasta el océano Atlántico entre el canal de la Mancha, al norte, y el golfo de Vizcaya, al sur.
Bretaña es una de las regiones francesas que más se beneficia de su mayor longitud de costas. Tradicionalmente, se han distinguido las regiones costeras (el Arvor, el litoral) de las regiones centrales (el Argoat, el bocage). Aunque poco elevado, el relieve está por todas partes y es muy marcado en las zonas rocosas, y más suave en las zonas limosas del este y del sur.
Rennes es la capital administrativa e histórica de la región. Nantes, hoy en día capital de la región del País del Loira, fue la sede del poder ducal en el siglo XV pero no llegó a ostentar la capitalidad del ducado.[1] Destacan igualmente por su población Vannes, Quimper, Brest, Lorient o Saint-Brieuc. La población bretona ascendía a 3.329.000 habitantes en 2019.[2]
Bretaña cuenta con un clima oceánico, templado, sobre todo a lo largo del litoral, con débiles diferencias de temperaturas entre el verano y el invierno. El viento de noroeste (noroît en francés, gwalarn en bretón) domina el norte. Las lluvias son frecuentes, pero de regular y alta intensidad. En una misma jornada, es normal que se alternen los claros y el cielo cubierto. La vegetación es abundante. En la antigüedad, Bretaña era una región de bocage; pero la reorganización de las parcelas en los años 60 (la concentración parcelaria) ha eliminado una gran parte de la vegetación que bordeaba los campos.
La economía de Bretaña se inclina hacia la agricultura y la industria agroalimentaria, el turismo en el litoral, y algunos centros industriales y tecnológicos avanzados (Rennes, Lannion).
En Bretaña se hablan tres lenguas: el francés, idioma oficial; el bretón, una lengua celta, y el galó, lengua romance perteneciente a la familia lingüística de las lenguas de oïl, a la cual también pertenece el francés.
En junio de 2010 tuvo lugar en Locarn un coloquio internacional sobre el futuro de la política lingüística en Bretaña, incluyendo el análisis de la importancia del idioma bretón en este contexto.[8][9]
Las políticas gubernamentales en los siglos XIX y XX hacen obligatoria la educación exclusiva en idioma francés, y al mismo tiempo, se prohibió el uso del bretón en la enseñanza y los medios de comunicación para acercar a los no francófonos a la adopción de la lengua francesa.
Durante la década de 1970, las escuelas de bretón fueron reabiertas y las autoridades locales comenzaron a promover la lengua, que estaba al borde de la extinción, debido a que la mayoría de los padres habían dejado de enseñar a sus hijos el idioma.
Después de una disminución desde más de un millón de hablantes en 1950 a unos 200 000 en la primera década del siglo XXI, el bretón se clasifica como en peligro grave por el Atlas interactivo Unesco de las lenguas en peligro en el mundo.
Bretaña, país de marineros y campesinos, es también conocida por su tradición urbana, cuyo origen se remonta al siglo XI y, en el caso de algunas ciudades a la Antigüedad. Se distinguen cuatro tipos de ciudades:
Todas estas ciudades florecieron hasta finales del siglo XVII con el auge de la industria textil. Hoy estas ciudades representan una parte importante de la riqueza del patrimonio arquitectónico bretón. Las Ciudades de Arte se agrupan siguiendo criterios geográficos históricos: Marches de Bretagne, Vannetais, Pays Gallo, Cornouaille, Léon y Trégor. Dichas ciudades organizan con regularidad fiestas medievales, espectáculos de luz y sonido o iluminaciones espectaculares de su patrimonio, así como festivales tradicionales de cultura bretona o de creación. El patrimonio de muchas ciudades bretonas (Nantes, Lorient, Brest, Saint-Malo) fue gravemente afectado por los bombardeos aliados que acompañaron el desembarco de Normandía durante la Segunda Guerra Mundial.
Las Ciudades de Arte e Historia son diez: Concarneau, Dinan, Fougères, Nantes, Quimper, Rennes, Vannes y Vitré. Están reunidas en la Unión de Ciudades de Arte e Historia y Ciudades Históricas de Bretaña y se han comprometido a conservar y enriquecer su patrimonio arquitectónico y cultural. Para animarlo, se celebran actividades turísticas y culturales relacionadas con la historia y la riqueza artística de los municipios.[10]
La Unión de Arte e Historia también reúne en su seno las Ciudades Históricas: Auray, Saint-Malo, Chateaubriant, Dol-de-Bretagne, Hennebont, Lamballe, Landerneau, Lannion, Pontivy, Port-Louis, Pont-l'Abbé, Quimperlé, Redon y Saint-Pol-de-Léon. Estas ciudades que aún no han obtenido este nivel, poseen un patrimonio urbano bien conservado.[10]
Los pequeños pueblos con carácter son aquellos donde la actividad comercial, administrativa o artesanal desapareció o cayó en declive con la Revolución Industrial. Estos municipios rurales poseen un patrimonio arquitectónico cuyo casco antiguo agrupa un conjunto de construcciones antiguas y donde se pretende mantener, valorizar y animar dicho patrimonio. Actualmente son 19: Bécherel, Châteaugiron, Châtelaudren, Combourg, Guerlesquin, Josselin, Jugon-les-Lacs, La Roche Bernard, Le Faou, Lizio, Locronan, Malestroit, Moncontour, Pont-Croix, Portrieux, Quintin, Rochefort-en-Terre, Roscoff y Tréguier.[11]
La cocina bretona acusa la fuerte influencia tanto de su extenso litoral marítimo como de las tierras del interior.[12]
La música es hoy el aspecto más visible de la cultura bretona, gracias al trabajo y creatividad de sus músicos y a los numerosos festivales que se celebran, como los llamados festoù-noz o "fiestas de noche" y el Festival Intercéltico de Lorient.
Los bagadoù o bandas de gaitas bretonas: su formación se inspira en las bandas escocesas y son de origen relativamente reciente (la primera surgió en 1947 en Carhaix). Son un elemento importante de la música bretona, conservando y renovando el patrimonio musical tradicional. Compiten y se clasifican en un evento anual, con excepción del bagad de Lann-Bihoué que pertenece a la Marina francesa.
En la tradición vocal se destacan dos formas: el kan ha diskan ("canto-descanto", o "canto-contracanto") y la gwerz.
El kan ha diskan es un tipo de canto responsivo en el que participan dos o (en raras ocasiones) más intérpretes. Uno de ellos entona la primera estrofa del canto, su compañero entona la segunda estrofa (o una repetición de la primera), el intérprete que cantó en primer lugar entona la siguiente estrofa y así sucesivamente, alternándose.
Un rasgo único del kan ha diskan es que cada nueva estrofa es cantada empezando por el último verso o palabra de la estrofa anterior, siendo este verso o palabra cantado por ambos intérpretes simultáneamente, lo que imprime a este estilo un ritmo particular. Es muy común en el kan ha diskan la recurrencia a expresiones sin significado (tralalalaleno), como ocurre igualmente en otras tradiciones populares.
Por el contrario, la gwerz (traducible como "balada" o "romance") es un tipo de canto narrativo, lento y solemne cuyas letras suelen versar sobre hechos tristes o dramáticos. Las gwerz no poseen estribillo (ninguna estrofa se repite) y algunas son muy largas.
El esquema de canto y respuesta propio del kan ha diskan aparece también en el dúo de biniou (gaita bretona) y bombarda (un caramillo u oboe rústico), los dos instrumentos más representativos de la región. La moda celta ha popularizado la gran gaita escocesa, pero sin llegar a reemplazar a la cornamusa vernácula.
La música bretona se transformó considerablemente durante la segunda mitad del siglo XX, adaptando melodías y sonidos tradicionales a estilos contemporáneos y mezclándose con otras tradiciones folklóricas. Su modernización, así como su difusión fuera de Bretaña, empezó en los años 1960 gracias a Alan Stivell. Stivell y sus sucesores musicales (como Gwendal o Stone Age), y otros músicos como Dan Ar Braz o Nolwenn Leroy, han recibido elogios por ello, aunque también críticas de quienes piensan que su acercamiento a los esquemas y sonoridades propios de las islas británicas no revive, sino que desvirtúa el carácter de la auténtica tradición bretona.
La danza tradicional bretona también se mantiene viva y recientemente ha evolucionado desde una práctica exclusivamente popular hacia espectáculos profesionales cada vez más complejos.
Bretaña ha conservado una gran variedad de trajes regionales que identifican cada región y pueblo, y que las mujeres mayores siguieron llevando hasta principios de los años 1970. Según un dicho bretón, en Bretaña hay "cien países y cien modas" (Kant bro, kant giz). En el siglo XXI solo se visten con motivo de festejos (procesiones, desfiles y fiestas folklóricas). Los trajes femeninos destacan por la gran variedad de los tocados realizados en encaje blanco, que tradicionalmente servía para recoger y ocultar el pelo.
El principal equipo de fútbol de la región es el Rennes, que ha jugado más de cincuenta temporadas en la primera división. Lorient ascendió a primera división por primera vez en la década de 1970, en tanto que Guingamp y Lorient lo lograron en la década de 1990. El otro equipo profesional destacado de la región es el Cesson-Rennes de balonmano.
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