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Torres defensivas de Cantabria


Torres defensivas de Cantabria


En Cantabria existe un gran número de torres fortificadas que cumplían funciones de vivienda y defensa, y en su época fueron «numerosísimas».[1]​ Estas construcciones, generalmente almenadas, fueron erigidas en su mayoría entre los siglos XIII y XV por familias hidalgas e influyeron notablemente en la arquitectura montañesa, pasando algunas a ser casas-fuertes, preludio de la futura casona montañesa.[2]​ Un dato curioso es que no existen en la región torres circulares (a no ser en algunas iglesias), como sí ocurre en la vecina comunidad de Asturias.[1]​ Actualmente la mayoría de este tipo de torres que siguen en pie o están en un estado deplorable de conservación o han sido tremendamente transformadas.

Las torres y los castillos, que aparecen en los documentos medievales como castellum, fueron muy populares tanto como fortalezas como residencias de hidalgos, alcaldes y señores, y acabaron generalizándose en los valles bajos de Cantabria, construyéndose sobre las lomas y en los pueblos; uno de los mejores ejemplos de las torres urbanas que dieron lugar a poblaciones es la desaparecida Torre de la Vega, génesis de Torrelavega.[3]

Las torres defensivas de Cantabria, por sus características arquitectónicas, sólo pueden compararse con las de las Encartaciones, comarca de Vizcaya aledaña.[1]

Evolución de las torres cántabras

Fortificaciones altomedievales

En el territorio ocupado actualmente por Cantabria pueden distinguirse tres etapas en la arquitectura militar medieval. La primera, en torno a las siglos VII y XII, está documentada con una veintena de yacimientos que se corresponden con pequeños castillos, presumiblemente ligados a sendos alfoces, y que constituyen la primera organización del territorio cántabro de índole no monacal. Estos castillos se disponen en lugares altos, fácilmente defendibles y a menudo visibles entre sí. Al final de la etapa los nuevos castillos, relacionados con la fundación de las cuatro villas (Castro Urdiales, Santander, Laredo y San Vicente de la Barquera), son ya más complejos y se ubican en los mismos centros urbanos. Sucesivamente reformados, protagonizarán siglos después la tercera fase junto con el amurallamiento de las villas.[4]

A partir del siglo XIII, con el progresivo aumento del poder señorial, aparecen por toda Cantabria una gran cantidad de torres, más o menos fortificadas, que cubren todo el territorio y de las que aún se conservan bastantes muestras. De la época bajomedieval tan sólo hay un ejemplo en Cantabria que se escapa de esta tipología, el castillo de Argüeso.[4]

La torre medieval

En el escenario bajomedieval las fortificaciones familiares salpicaron la geografía cántabra con edificaciones destinadas a defender la costa y a la protección frente a las luchas de banderías.[5]​ Se trata de torres aisladas construidas entre finales del siglo XII y principios del XV, que responden a cierta función militar y de atalaya sobre el territorio. Responden a un estilo gótico, en muchas ocasiones tardío, y no suelen aparecer en núcleos urbanos.

Tienen, como características comunes, plantas cuadradas y muros de mampostería con refuerzos de sillares, ventanas estrechas, ya geminadas o ensaetadas, normalmente una entrada única y pisos de madera. Suelen poseer entre tres y cuatro plantas, estando los servicios en la baja (bodega, saladero), una sala de banquetes y recepción en el primero y las dependencias señoriales en los sucesivos; la escalera principal se situaba cerca de la entrada y era generalmente de madera. Probablemente cada piso estaba libre de divisiones, a excepción de los tapices que ocultaban el lecho señorial, ya que no se han encontrado rastros de tabiques.[6]​ Algunas poseyeron muralla y foso. En algún caso prácticamente todos los muros son de sillería. La entrada la constituía un arco rebajado flanqueado de saeteras; en el interior, la escalera que arranca junto a ella avanza dos tramos por planta pegada a fachada. El volumen general tiene pocos huecos y genera una apariencia de pesadez. La decoración es prácticamente inexistente. Normalmente estaban rematadas por almenas. En el interior se deja un espacio abierto en el muro junto a la ventana, con un banco, cubierto por un arco rebajado.[7]

La estructura interior consistía en un tronco central de madera que sostenía una gran viga de madera en cada planta, a partir de la cual se forjaba entre ella y los muros de piedra. Sólo a veces aparece un muro de mampostería interior sobre el cual forjar, sustituyendo al pilar de madera.[7]

En algunos casos, pocos, estas torres estaban rodeadas de una alta barbacana que las hacía parecer castillos al estilo de los de Álava.[1]​ La existencia o no de estos sistemas defensivos (murallas, fosos, contrafosos, barbacanas, etcétera) marca la diferencia tipológica de las torres.[4]

La casa-torre

Las fortalezas señoriales mantuvieron las tipologías medievales a lo largo del siglo XVI aunque, frente a estas, las viviendas modernas conjugaron la tradición gótica de volumen cúbico, desarrollado en altura, con una mayor apertura al exterior propia de los palacios modernos.[8]​ A partir del siglo XVI, con la unión de los Reyes Católicos, que trae un periodo de mayor paz en la región, ya no interesa la función militar,[6]​ pero las torres siguen construyéndose y conservándose como signo de poderío señorial. Es entonces cuando aparece la casa-torre típica de Cantabria y se amplían o modifican algunas de las atalayas existentes.

Son torreones prismáticos y bajos, a veces reforzados con cuerpos cilíndricos esquineros. Su evolución dará lugar en el siglo XVIII a la casona montañesa, típico ejemplo de palacio cántabro. Es así que algunos palacios barrocos, como el de Soñanes, se construyeron respetando las ruinas de antiguas torres medievales.

Destrucción de las casas-torre

Se sabe que el rey Enrique IV de Castilla mandó derribar en 1403 la torre de Arce; otras fueron derribadas por orden de los Reyes Católicos, especulándose que fueron bastantes, tal y como sucedió en Guipúzcoa y Galicia. Lo cierto es que en 1437 Enrique IV comenzó una campaña para derribar aquellos castillos, fortalezas y casas-torre construidas sin real licencia. Las casas-torre de Guipúzcoa fueron ordenadas demoler en el año 1457. En el 1500, Isabel y Fernando continuaron ese legado.[9]

Torres defensivas de Cantabria

En esta lista aparecen torres, torres fortificadas y casas-torre (casas fortificadas) de Cantabria construidas entre los siglos XII y XVII. No se listan los castillos de la región; cuando aparece el apelativo castillo se refiere al nombre popular, que no refleja la tipología real.

Véase también

  • Arquitectura de Cantabria
    • Castros en Cantabria
    • Casona montañesa
    • Casa montañesa
    • Cabaña pasiega
    • Patín (arquitectura)
    • Hórreo

Referencias

Bibliografía

  • Torres fortificadas de Cantabria Archivado el 24 de julio de 2010 en Wayback Machine.
Collection James Bond 007

Enlaces externos

  • grupos-unican.es - Fortificaciones de Cantabria
  • www.castillosnet.org - Fortificaciones de Cantabria



Text submitted to CC-BY-SA license. Source: Torres defensivas de Cantabria by Wikipedia (Historical)