![Origen del topónimo Chile Origen del topónimo Chile](/modules/owlapps_apps/img/errorimg.png)
«Chile» es un topónimo cuya procedencia ha sido discutida desde fines del siglo XVI.[3] Aunque se desconoce su origen preciso, existen referencias que indican que, antes del descubrimiento de América en 1492, las tierras situadas al sur del desierto de Atacama ya se llamaban «Chili» en la tradición indígena.[4]
A partir del periodo de la conquista, y tras instalarse en las gobernaciones de Nueva Castilla y Nueva Toledo, los españoles siguieron llamando «Chili» a la región del sur —que recibió de los conquistadores la denominación «Nueva Extremadura»[5][6] o «Reino de Nueva Extremadura»,[7][8] que no prevaleció;[6] también conocida como «valle de Chile»,[9] «Reino de Chile»[10][11][12][13][14][15][16][17][18][19] o «Capitanía general de Chile»—, nombre que se extendió posteriormente a todo el actual país.[20]
Desde el periodo colonial, tanto entre autores extranjeros como chilenos,[3] han surgido varias teorías que suponen el origen del topónimo en distintas voces —provenientes de las lenguas aimara, mapuche y quechua— y en antiguos hidrónimos indígenas.[21][22][23][n 1]
Tras la declaración de independencia del país, el director supremo Bernardo O'Higgins decretó el uso del gentilicio «chilenos» en la documentación oficial para todos los nacidos en el territorio de Chile, incluidos los aborígenes, el 3 de junio de 1818.[24] El director supremo Ramón Freire promulgó el uso del topónimo «Chile» para designar oficialmente al país el 30 de julio de 1824.[25]
Antes del descubrimiento de América (12 de octubre de 1492), la voz de la que proviene el topónimo «Chile» ya era conocida por los pueblos precolombinos que habitaban en la actual provincia de Tucumán,[4] en la región noroeste de Argentina.[n 2] La más antigua referencia conservada al respecto la entregó el escritor e historiador Inca Garcilaso de la Vega, quien escribió sobre el encuentro entre «embajadores del reino llamado Tucma» y Huiracocha Inca (octavo rey del Cuzco, h. 1400-1438), ocurrido en la provincia de Charcas a principios del siglo XV:
Aproximadamente entre 1481 y 1485, Túpac Yupanqui (décimo rey del Cuzco, 1471-1493) realizó una expedición de conquista que resultó en la incorporación al Imperio incaico de la mitad norte del actual territorio chileno, hasta el río Maule, conformando los huamanis de Coquimbo (centrado en el valle del Elqui) y de Chili (centrado en el valle del Aconcagua).[9] Al respecto, el cronista y religioso jesuita Diego de Rosales escribió:
Tras la caída del Imperio incaico, ocasionada por la toma de Cuzco a fines de julio de 1533, y las capitulaciones del rey Carlos I en 1534, los españoles intentaron hacerse con las tierras del «valle de Chile».[20] Después de haber recibido noticias de ellas por parte de los antiguos incas de Cuzco[28][29] e incentivado por el conquistador Francisco Pizarro,[30] el adelantado Diego de Almagro partió con su expedición hacia el sur el 3 de julio de 1535.
Luego del regreso a Cuzco de Almagro y sus hombres, dos de ellos, Pedro Cermeño y Juan López, fueron citados a declarar en una probanza a instancia del procurador mayor de Lima. Durante este proceso, se registró por primera vez de manera escrita el nombre «Chile» el 29 de septiembre de 1537:
Tras la incorporación de la mitad norte del actual territorio chileno al Imperio incaico a fines del siglo XV, el nombre sirvió para designar originalmente el valle del Aconcagua[32] —habitado por los picunches, rama septentrional del pueblo mapuche—, donde se encontraba el centro político del huamani o provincia de Chili, cuyos límites administrativos se habrían extendido entre los valles del Choapa por el norte y del Maipo o del Maule por el sur.
En el valle del Aconcagua, se instalaron el apunchic o máxima autoridad inca, Quilicanta, y sus dos curacas o jefes locales, Michimalonco y Trangolonco,[33][34][n 3] quienes gobernaban respectivamente los dos sayas o sectores en los que se había dividido dicho valle: «Aconcagua», el hanansaya o sector de arriba, alto u oriental; y «Chile», el hurinsaya o sector de abajo, bajo u occidental.[10]
Según Alonso de Ercilla en el prólogo del primer volumen del poema épico La Araucana (1569), «cuando [los españoles] entraron en la tierra, como iban en demanda del valle de Chile, llamaron Chile á [sic] toda la provincia hasta el estrecho de Magallanes».[20]
En Chiloé a principios del siglo XX, el topónimo «Chile» y el gentilicio «chileno» se aplicaban al territorio y la gente «desde Valdivia exclusive» hasta la frontera norte del país.[35]
Sobre el origen preciso del topónimo, el historiador e investigador José Toribio Medina afirmó que «todos los autores que en la época de la Colonia i hasta en tiempos posteriores se dedicaron al estudio de nuestra historia, se han afanado con natural i empeñosa curiosidad en indagar cuál sea el oríjen del nombre que se diera a la angosta faja de terreno que ocupaban los pueblos que allí habitaban en tiempo de la venida de los vasallos del rei de España» (ortografía original).[3]
En los últimos cinco siglos, tanto entre autores extranjeros como chilenos, han surgido varias teorías que suponen el origen del topónimo «Chile» en distintas voces —provenientes de las lenguas aimara, mapuche y quechua— y en antiguos hidrónimos indígenas.[21][22][23][n 1] Cronológicamente, esas teorías son las siguientes:
En la segunda mitad del siglo XVI, la teoría de que el apelativo sería originario de la palabra quechua chiri ('frío, helado')[36] fue referida por el cronista e historiador Agustín de Zárate; posteriormente, tanto el cronista e historiador Jerónimo de Vivar como el soldado y escritor Alonso González de Nájera se adscribieron a ella:
Se mostraron críticos con esta teoría el explorador francés Amédée-François Frézier, quien visitó Chile a principios del siglo XVIII; el escritor e historiador Felipe Gómez de Vidaurre, el cronista Vicente Carvallo y Goyeneche, José Pérez García y Stanislas-Marie-César Famin (1799-1853), viajero galo que estuvo en el país a principios del siglo XIX, quienes comentaron respectivamente:
En la segunda mitad del siglo XVII, el cronista jesuita Diego de Rosales postuló que el nombre provendría o del epónimo mapuche Tili —el cacique picunche que habría gobernado el valle del Aconcagua a la llegada de los incas en su expedición de conquista de fines del siglo XV—,[40] o del vocablo quechua chili ('la flor y nata de la tierra'):
Durante el siglo XVIII, los jesuitas Miguel de Olivares, Andrés Febrés, Juan Ignacio Molina y Felipe Gómez de Vidaurre coincidieron en afirmar que el término se originaría en la voz chili —también escrita tchili, thili, thilli, thrile y tilí—, onomatopeya mapuche del canto del trile, palabra usada para llamar a este pájaro endémico de manchas amarillas en las alas, perteneciente a la familia de los Icteridae. Posteriormente, Stanislas-Marie-César Famin y Manuel Antonio Román Madariaga también se adscribieron a esta teoría:
En contra de esta teoría estaban el cronista Vicente Carvallo y Goyeneche y José Pérez García, quienes afirmaron:
A comienzos del siglo XX, y apoyado en diversas fuentes escritas —tales como crónicas (Historia general y natural de las Indias, islas y tierra-firme de la mar océano, del capitán Gonzalo Fernández de Oviedo, e Historia general del Reino de Chile, del cronista Diego de Rosales) y diccionarios, tanto de la lengua aimara (Vocabulario de la lengua aymara, de Ludovico Bertonio) como de la mapuche (Arte de la lengua general del Reyno de Chile y Chilidúgú, sive Tractatus linguae chilensis, de los lingüistas Andrés Febrés y Bernardo Havestadt, respectivamente)—, el académico de la lengua, intelectual y literato Miguel Luis Amunátegui Reyes afirmó que el topónimo provendría de la palabra aimara chilli ('donde se acaba la tierra').[43]
Basado en estas fuentes, Amunátegui Reyes concluyó que la voz aimara «[Chilli], por la forma i el significado, parece ser el primitivo de Chile [...] Esta etimolojía [...] merece ser considerada [puesto que] el significado de Chilli en aimará corresponde perfectamente a la situación del territorio comprendido entre los Andes i el Pacífico, el cual puede ser llamado con propiedad "lo mas [...] lejano de la tierra; el término o el confín del mundo". Otra prueba [...] que puede aducirse para manifestar que la forma primitiva de la palabra [...] era Chilli, i no Chili, es que muchos de los conquistadores la convirtieron en Chille, lo que no era natural que sucediese si esa forma hubiera sido Chili» (ortografía original).[27]
Un partidario de esta teoría fue el escritor e investigador Benjamín Subercaseaux, quien en Chile o una loca geografía (1940) escribió «la palabra Chilli, en lengua aymará quiere decir: "donde se acaba la tierra" [...], el nombre que recibió este país fué el de Chili o Chile, como lo llamaron después [...] Chilli, "donde se acaba la tierra", decían los aymarás. Y tenían razón: a menos que sea donde comienza» (ortografía original).[47]
Durante los siglos XVII y XVIII, algunos de los primeros cronistas e historiadores, como Antonio de Herrera y Tordesillas, Miguel de Olivares y Vicente Carvallo y Goyeneche, afirmaron que el nombre se derivaría del vocablo Chille —también escrito Chile, Chili, Quile y Tchili—, antiguo hidrónimo en el valle del Aconcagua. Posteriormente, a esta hipótesis se adhirieron José Pérez García y Stanislas-Marie-César Famin, y también los autores de sendos diccionarios geográficos Francisco Astaburuaga y Luis Riso Patrón (1869-1930):
En contra de esta teoría, Felipe Gómez de Vidaurre argumentó que:
En el siglo XX, el arqueólogo Ricardo Latcham propuso que el término se debería a un grupo de indios mitimaes, trasplantado al «valle de Chile» por los incas luego de la expedición de conquista de fines del siglo XV, proveniente de la región de Arequipa, donde existe un río bautizado con ese nombre:[22][n 4]
En su Apuntaciones lexicográficas (1908), Amunátegui Reyes indica que han existido cuatro variantes del topónimo para designar el país: «Chilli», «Chili», «Chille» y «Chile».
En la época de la conquista de Sudamérica, la «tierra de Nueva Extremadura» o bien «Nuevo Extremo» fue el nombre español dado a aquella región «más allá del lago Titicaca» y de la Gobernación de Nueva Toledo; su capital fue fundada el 12 de febrero de 1541 como Santiago de Nueva Extremadura por el conquistador extremeño Pedro de Valdivia.[5][53]
Debido a lo anterior, la llamada Capitanía General de Chile fue conocida como «Nueva Extremadura»[5][6] o «Reino de Nueva Extremadura»[7] —como aparece en las actas del Cabildo de Santiago y en documentos oficiales—;[8] sin embargo, tal denominación no prevaleció,[6] siendo reemplazada por «Reino de Chile».[53][15][16] Durante la época colonial, este territorio fue conocido en España y en el Virreinato del Perú como «Chile».[53]
Después del periodo de la conquista española (1541-1598), el término «chileno» no se aplicó a los descendientes de europeos sino a los aborígenes; sin embargo, hacia fines del periodo colonial (1598-1810), y sobre todo durante la emancipación chilena, el término empezó a denominar a todos los habitantes del país, sin importar su raza.[27] Esta práctica se generalizó tras la proclamación de la independencia de Chile[27] —oficialmente llevada a cabo el 12 de febrero de 1818—, cuando se dictaron dos decretos que buscaron incentivar y promover el sentido de pertenencia nacional de los ciudadanos y afianzar la identidad del nuevo país.[24][25]
El 3 de junio de 1818, el director supremo Bernardo O'Higgins decretó el uso del gentilicio «chilenos» en la documentación oficial para todos los nacidos en el territorio de Chile, incluidos los indígenas:
El 30 de julio de 1824, el director supremo Ramón Freire promulgó el uso del topónimo «Chile» para designar oficialmente al país:
El topónimo «Chile», el gentilicio «chileno, -na»[55] —entre las ediciones segunda (1783)[27] y decimotercera (1899)[56] del Diccionario de la lengua española, la Real Academia Española (RAE) prefirió la forma «chileño, -ña», que nunca tuvo uso en Chile;[42] la voz «chileno, -na» fue admitida en la décima edición (1852)[27] y, desde la decimocuarta edición (1914),[57] ha sido la norma— y sus derivados han sido usados para nombrar:
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