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Arquitectura neoclásica


Arquitectura neoclásica


La arquitectura neoclásica es un estilo arquitectónico occidental que produjo el movimiento neoclásico que comenzó a mediados del siglo XVIII, por una reacción contra el estilo barroco de ornamentación naturalista así como por el resultado de algunos rasgos clasicistas nacidos en el barroco tardío. Se prolongó durante el siglo XIX, coincidiendo luego con otras tendencias, como la arquitectura historicista y el eclecticismo arquitectónico. Algunos historiadores llaman clasicismo romántico a la producción neoclásica de la primera mitad del siglo XIX, jugando con el oxímoron (oposición de términos), ya que además de coincidir con el romanticismo, estilísticamente compartía rasgos con la estética romántica, al añadir cierta expresividad y espíritu exaltado a la sencillez y claridad de las edificaciones clásicas grecorromanas.[1]

Los factores fundamentales que influyeron en el surgir de la arquitectura neoclásica fueron los mismos que determinaron el contexto político, social y económico de la época, en la que destacan la Revolución Industrial, la crisis del Antiguo Régimen, la Ilustración, el enciclopedismo, la fundación de las Academias o el despotismo ilustrado. La Revolución Industrial modificó profundamente la forma y el ritmo de vida en las ciudades y propició nuevos adelantos técnico-constructivos y el empleo de nuevos materiales. Se buscaba dar un carácter más científico a las artes, por lo que los artistas debían ser técnicos más que inventores, e imitadores más que creadores. Ese espíritu científico llevó a considerar al arte clásico como un arte progresista, desprovisto de adornos sin sentido y que anhelaba la perfección de las leyes inmutables, sin depender de las impresiones subjetivas e imperfectas del artista. Esa nueva orientación hizo que se rechazara la última arquitectura barroca y se volvieran los ojos hacia el pasado a la búsqueda de un modelo arquitectónico de validez universal. Nacieron movimientos de crítica que propugnaban la necesidad de la funcionalidad y la supresión del ornato en los edificios. Francesco Milizia (1725-1798) en Principi di Architettura Civile (1781) extendió desde Italia las concepciones rigoristas a toda Europa. Mientras, en Francia, el abate Marc-Antoine Laugier (1713-1769) propugnabaa en sus obras Essai sur l'Architecture (1752) y Observations sur l'Architecture (1765) la necesidad de crear un edificio en el que todas las partes tuvieran una función esencial y práctica, y en el que los órdenes arquitectónicos fueran elementos constructivos y no solo decorativos, todo ello para hacer una arquitectura verdadera: la construida con lógica. El concepto de economía relacionado con el funcionamiento de los propios edificios cambió algunos esquemas de organización espacial y hasta la propia relación entre vanos y macizos.

La Ilustración sostenía que la infelicidad del hombre se debía a la ignorancia y a la irracionalidad y por eso el camino a la felicidad era llevar la luz de la razón por medio de la educación. Aunque las primeras Academias para el estudio de las artes habían surgido en Italia ya en el siglo XVI, las fundadas en el siglo XVIII ya eran ilustradas y sirvieron como transmisoras de ideas contrarias al barroco y a favor del neoclasicismo y los diversos tratados clásicos y renacentistas de las Tres nobles artes, así como de aquellas obras de carácter técnico y científico que racionalizaban su práctica y ejecución. En ese momento el arte comienza a sufrir las consecuencias de una crítica libre, fundada en los principios éticos. La arquitectura podía ser analizada como una rama del arte social y moral y L'Encyclopédie le atribuyó la capacidad de influir en el pensamiento y en las costumbres de los hombres. Proliferaron así las construcciones que mejoraban la vida humana como hospitales, bibliotecas, museos, teatros, parques, etc., eso sí, pensadas con carácter monumental. Los arquitectos del siglo XVIII pasaron a rechazar la religiosidad intensa de la estética anterior y la exageración lujuriante del barroco, buscando una síntesis espacial y formal más racional y objetiva, pero aún no tenían una idea clara de cómo aplicar las nuevas tecnologías constructivas y estructurales en una nueva arquitectura. El neoclasicismo no pretendió, de hecho, un estilo nuevo diferente del arte clásico renacentista y fue más una reinterpretación del repertorio formal clásico y menos una experimentación de esas formas, teniendo como gran diferencia la aplicación de las nuevas tecnologías: en este periodo, antiguos materiales como la piedra y la madera pasaron a ser sustituidos gradualmente por el hormigón, y más adelante por el hormigón armado y el metal.

El enciclopedismo, el espíritu precursor de la Revolución francesa, trajo también consigo una concepción romántica de la Grecia Antigua. En la arquitectura la formación requerida implicaba el conocimiento de las fuentes antiguas tales como Vitrubio, Palladio, Vignola; por lo que se hizo uso de los repertorios formales de las arquitecturas griega y romana (e incluso de Egipto y Asia Menor). Todos los arquitectos partían de unos supuestos comunes: la racionalidad en las construcciones y la vuelta al pasado. Aunque los enfoques diferían.

Los modelos greco-romanos dieron lugar a una arquitectura monumental que reproducía frecuentemente el templo clásico para darle un nuevo sentido en la sociedad civil. El perfil de los Propileos de Atenas sirvió al alemán Carl Gotthard Langhans para diseñar su puerta de Brandeburgo en Berlín (1789-1791),[2]​ un tipo muy repetido como atestigua la entrada al Downing College de Cambridge (1806) obra del inglés William Wilkins o la posterior Gliptoteca de Múnich de Leo von Klenze.[3]​ También el inglés James Stuart (1713-1788), un arquitecto arqueólogo al que se ha llamado el Ateniense, en su monumento a Lisícrates en Staffordshire, reprodujo el monumento corágico de Lisícrates en Atenas. Los hermanos Adam difundieron por toda Inglaterra un modelo decorativo para interiores con temas sacados de la arqueología; una de sus obras más representativas es Osterley Park, con una notable estancia etrusca y un clásico hall de entrada (1775-1780). Italia prefirió recrear sus modelos antiguos ya bien avanzado el siglo XVIII y en los comienzos del siglo XIX. El modelo del Panteón de Agripa en Roma se repite en un gran número de templos, como el de la Gran Madre de Dio en Turín y San Francisco de Paula en Nápoles, ambos terminados en 1831, que reproducen el pórtico octóstilo y el volumen cilíndrico del Panteón.

Otros arquitectos, los llamados utópicos, revolucionarios o visionarios, plantearon edificios basados en las formas geométricas. No despreciaron la herencia del pasado clásico y, aunque respetaron las normas de simetría y la monumentalidad, sus edificios fueron a veces el resultado de la combinación caprichosa de las formas geométricas. Étienne-Louis Boullée (1728-1799) y Claude-Nicolas Ledoux (1736-1806) encabezaron esta postura; entre la gran cantidad de proyectos no construidos merece la pena mencionarse el cenotafio para Isaac Newton, concebido por Boullée como una esfera, representación del modelo ideal, levantada sobre una base circular que había de cobijar el sarcófago del científico. Ledoux dejó edificios construidos, entre ellos una parte de la utópica ciudad industrial de las Salinas de Arc-et-Senans, de planta circular en el Franco Condado o el conjunto de la Villette en París.

Entre ambos grupos aparece una tercera opción, la de la arquitectura pintoresca, a partir de la creación de jardines ingleses en el siglo XVIII, ordenados de forma natural lejos del geometrismo del jardín francés; se valora la combinación de la naturaleza con lo arquitectónico, la inclusión en el paisaje natural de edificios que remedan las construcciones chinas, indias o medievales. Ese juego de formas caprichosas y el aprovechamiento de la luz buscaban suscitar sensaciones en el espectador. Horace Walpole (1717-1797) construyó la Strawberry Hill House (1753-1756) en las afueras de Londres, una fantasía gótica de la que su autor dijo que le había inspirado para escribir El castillo de Otranto, una novela gótica, expresión del efecto inspirador de la arquitectura. También William Chambers (1723-1796) creó un conjunto pintoresco en los Jardines de Kew (Londres) (1757-1763) con la inclusión de una pagoda china que reflejaba su conocimiento de las arquitecturas orientales.

El neoclasicismo también fue muy importante en la planificación de la ciudad, los antiguos romanos habían planificado un esquema consolidado de dirección urbana para la defensa y la comodidad civil pero el origen de este esquema se remonta a civilizaciones aún más antiguas. En su aspecto más básico, el sistema de calles de la cuadrícula, un foro central con todos los servicios de la ciudad, dos bulevares principales ligeramente más anchos y la calle diagonal eran características del diseño romano muy claro y ordenado. Las fachadas antiguas y los diseños de edificios estaban enfocados hacia estos patrones de diseño de ciudades y pretendían funcionar en proporción con la importancia de los edificios públicos.

Muchos de estos patrones de planificación urbana encontraron su camino en las primeras ciudades planificadas modernas del siglo XVIII. Los clásicos ejemplos se ven reflejados en Karlsruhe y Washington D. C. Pero esto no quiere decir que todas las ciudades planificadas y los vecindarios están diseñados alrededor de los principios neoclásicos. Los modelos contrarios se pueden observar en los diseños modernistas ejemplificados por Brasilia, el movimiento de Garden City, levittowns y el nuevo urbanismo.

El origen del estilo

La arquitectura neoclásica se quiere heredera de la arquitectura clásica, teorizada por el arquitecto antiguo Vitruvio en su tratado que definió la teoría de los tres órdenes (dórico, jónico y corintio). Vitruvio será la gran referencia de los arquitectos para fundar la renovación de los recursos a las formas antiguas, desde la segunda mitad del siglo XVIII hasta 1850. Aunque en sus inicios en Francia en 1760, la arquitectura neoclásica pretendía haber recurrido a formas griegas más que a las italianas —al punto que llamada goût grec— intelectualmente, el neoclasicismo era un deseo de volver a la "pureza" percibida de las artes de Roma, a la percepción más vaga ("ideal") de las artes griegas antiguas y, en menor medida, al clasicismo renacentista del siglo XVI, que había sido también una fuente para la arquitectura barroca académica.

Se trata de un movimiento internacional que aparece con diferentes manifestaciones, desde América del Norte hasta Rusia. Declinó en varias corrientes y se pueden distinguir:

  • la fase del palladianismo, la más antigua, que se desarrolla en las campiñas de Gran Bretaña bajo el impulso de Inigo Jones y de Christopher Wren. Se aplica más bien a edificios aislados, rurales y de forma compacta. Su influencia es más italiana que antigua.
  • el neogriego (Greek Revival e en Inglaterra), cuyo arquitecto principal en Francia fue Ange-Jacques Gabriel, primer arquitecto del rey bajo Luis XV.
  • el estilo neoclásico propiamente dicho, en arquitectura, que conocerá un éxito duradero en toda la primera mitad del siglo XIX, tanto para los edificios públicos como privados en Occidente. También se verá reflejado en las artes decorativas entre 1770 y 1830.
  • el estilo Beaux Arts, que algunos quieren ver como una extensión de los cánones neoclásicos.

Muchos arquitectos neoclásicos de principios del siglo XIX estuvieron influenciados por los dibujos y proyectos de Étienne-Louis Boullée y Claude Nicolas Ledoux. Los muchos dibujos de grafito de Boullée y de sus alumnos representan una arquitectura geométrica que emula la eternidad del universo. Hay vínculos entre las ideas de Boullée y la concepción de lo sublime de Edmund Burke. Ledoux añadió el concepto del carácter arquitectónico, sosteniendo que un edificio debe comunicar inmediatamente su función al espectador: tomadas literalmente tales ideas dan lugar a la "arquitectura parlante".

La crítica ilustrada

La arquitectura puede ser analizada como una rama de las artes social y moral; L'Encyclopédie le atribuyó la capacidad de influir en el pensamiento y en las costumbres de los hombres. Proliferan así las construcciones que pueden contribuir a mejorar la vida humana como hospitales, bibliotecas, museos, teatros, parques, etc., pensadas con carácter monumental. Esta nueva orientación hizo que se rechazara la última arquitectura barroca y se volvieran los ojos hacia el pasado a la búsqueda de un modelo arquitectónico de validez universal.

Nacen movimientos de crítica que propugnan la necesidad de la funcionalidad y la supresión del ornato en los edificios. Francesco Milizia (1725-1798) en Principi di Architettura Civile (1781) extendió desde Italia las concepciones rigoristas a toda Europa. Mientras, en Francia, el abate Marc-Antoine Laugier (1713-1769) propugna en sus obras Essai sur l'Architecture (1752) y Observations sur l'Architecture (1765) la necesidad de crear un edificio en el cual todas sus partes tuvieran una función esencial y práctica y en el que los órdenes arquitectónicos fueran elementos constructivos y no solo decorativos, todo ello para hacer una arquitectura verdadera: la construida con lógica.

Todos los arquitectos parten de unos supuestos comunes como son la racionalidad en las construcciones y la vuelta al pasado. Los modelos de los edificios de Grecia y Roma e incluso de Egipto y de Asia Menor, se convierten en referentes que todos emplean aunque desde puntos de vista distintos.

Arquitectura visionaria

Arquitectura pintoresca

Entre uno y otro grupos aparece una tercera categoría, la arquitectura pintoresca, a partir de la creación de los jardines ingleses en el siglo XVIII, ordenados de forma natural lejos del geometrismo del jardín francés. En esta arquitectura se valora la combinación de la naturaleza con lo arquitectónico, la inclusión en el paisaje natural de edificios que remedan las construcciones chinas, indias o medievales. Este juego de formas caprichosas y el aprovechamiento de la luz buscan suscitar sensaciones en el espectador. Horace Walpole (1717-1797) construyó en Strawberry Hill (Londres, 1753-1756) una fantasía gótica de la que su autor dijo que le había inspirado para escribir una novela gótica, una expresión del efecto inspirador de la arquitectura. También William Chambers (1723-1796) creó un conjunto pintoresco en los Jardines de Kew (Londres, 1757-1763) con la inclusión de una pagoda china que reflejaba su conocimiento de las arquitecturas orientales.

Neorromano y neogriego

Marcadamente historicista en su búsqueda de las fuentes clásicas, el neoclasicismo arquitectónico se encontró con dos posibles vías, que fueron exploradas alternativamente en Francia y Alemania. En Francia, especialmente a partir del Imperio Napoleónico se encontró en el arte imperial romano el modelo idóneo para sus fines propagandísticos y de enaltecimiento personal de la figura del emperador (Templo a la Gloria de la Grande Armée (hoy iglesia de la Magdalena), de Pierre Alexandre Vignon, proyectado por el propio Napoleón. En el Reino Unido y en Alemania fueron los modelos griegos los que predominaron (Altes Museum de Berlín, de Karl Friedrich Schinkel, el primer edificio del mundo concebido como un museo desde su construcción).[10]

Neoclasicismo en Europa

Francia

Alemania

Reino Unido

Inglaterra conoció la arquitectura de Andrea Palladio a principios de siglo XVII, gracias a la labor de difusión de Inigo Jones.[Pe. 1]​ Desde entonces, la fortuna de la arquitectura palladiana fue tan grande que dominó la arquitectura inglesa hasta que no fue modificada de una manera más elegante por Robert Adam (1728-1792), cuyos trabajos varia entre el Neoclasicismo pintoresco y un neogótico y en versión clasizante.[Pe. 2]

En todo el siglo XVIII se vio la construcción de numerosas residencias marcadas únicamente por el "estilo italiano", como la Holkham Hall y la Chiswick House, diseñada por William Kent y Lord Burlington. De la colaboración entre los dos surgió la sala de entrada de Holkham Hall (ca. 1734), definida como «uno de los más espectaculares interiores del siglo XVIII».[Mi. 1]​ Al modelo de base, derivado de un proyecto no realizado de Palladio, se añadió un ábside una vez más inspirado en las iglesias venecianas del mismo arquitecto italiano; varios detalles, como la bóveda de casetones, se inspiran en las reconstrucciones arqueológicas publicadas en el volumen Edifices antiques de Rome desde 1682. El efecto final es decididamente clásico, para una sala que revela una concepción dramática de inspiración barroca.[Mi. 1]

El primer espacio interior neoclásico inglés es común situarlo en la sala que James Stuart (1713-1788), un arquitecto arqueólogo al que se ha llamado el ateniense, realizó en la Spencer House en Londres en 1758.[Mi. 2]​ Stuart construyó muy poco durante su carrera, pero es más conocido por haber vuelto a descubrir el gusto griego: su templo en el parque de Hagley Hall es el primer ejemplo de neogriego dórico en toda Europa[Pe. 3]​ en el que reprodujo el monumento corágico de Lisícrates de Atenas en su monumento a Lisícrates en Staffordshire.

En cambio, en la planificación urbanística son significativas las transformaciones de tendencia clasizantes promovidas en la ciudad balneario de Bath, donde, a partir de la primera mitad del siglo XVIII, John Wood el Viejo hizo una serie de intervenciones inspiradas en modelos del pasado (como el Foro Romano ); el trabajo fue completado por su hijo John Wood el Joven con la adición del Crescent, un cuerpo curvado que se caracteriza por un informe continua y definida por un orden gigante de columnas. Las transformaciones de Bath, influirán, como se verá más adelante, en muchos proyectos urbanos en Inglaterra y los Estados Unidos.[Fu. 1]

Paralelamente, a partir de 1740, con la afirmación del pittoresco, en arquitectura se difunde la pasión por las ruinas, tanto es así que muchos arquitectos empezaron a idear sus edificios en decadencia, reducidos a la ruina por la acción del tiempo. En esta corriente se inserta el primer proyecto inglés que entra plenamente en el neoclasicismo, el mausoleo del Príncipe de Gales (1751), del escocés William Chambers; sin embargo, el carácter neoclásico de este proyecto se disuelve en la concepción romántica del mausoleo, que fue presentado en la forma que tendría cuando quedase en ruinas.[Mi. 3]

El pintoresco se originó en el arte de los jardines más que en la arquitectura; el parque inglés derivaba a su vez de los jardines renacentistas italianos, bien laudados por Alexander Pope y el citado William Kent.[Mi. 4]​ El primer jardín a la inglesa digno de mención era justo lo que Alexander Pope quería lograr en Twickenham, comenzado en 1719 y que contaba con una zona selvática, una gruta y un pequeño templo con una semicúpula en forma de cáscara. Posteriormente, en el llamado Elysian Field [campo Eliseo] (Buckinghamshire), William Kent diseñó el templo de planta circular de la Virtud Antigua (1734), inspirado en el esquema de Palladio para el Templo de Vesta en Tivoli. El mismo Kent diseñó el jardín de Rousham, en Oxfordshire, análogo al anterior, pero al mismo tiempo más variado y unitario. Entre ambas, la obra de Kent que es el término de comparación del jardín hecho entre 1740 y 1760 en Stourhead, en Wiltshire. El parque, que nace de la fusión de arquitectura, arqueología, poesía, jardinería, topografía y esoterismo, se levantó a poca distancia de Salisbury y Glastonbury, en un valle lacustre, de exuberante vegetación; Aquí se establecieron numerosos santuarios de imitación clásica, como el Panteón de Claudio y Virgilio, terminado en 1754 y adornado en el interior con estatuas de Hércules, Flora y Livia Augusta bajo la apariencia de Ceres, este última procedente de las propias excavaciones arqueológicas de Herculano.[Mi. 5]

A Robert Adam se le atribuye haber hecho una síntesis entre la tradición inglesa y los gustos europeos. Nacido en Escocia en 1728, visitó Francia e Italia, donde se convirtió en un amigo de personalidades como Piranesi. Y propio de Piranesi es el estilo retórico en el que reproduce sus edificios públicos en el libro The Works in Architecture of Robert and James Adam [Las obras de arquitectura de Robert y James Adam]. Su estilo es una combinación que parte del arte clásico hasta arribar al palladianismo y lo pintoresco. En sus interiores se encuentran muchas referencias a las termas romanos, y también elementos de compromiso entre la arquitectura griega y romana, como la antecámara de la Syon House, donde Adam tomó las decoraciones de la entablatura extraídas del Erecteion, columnas procedentes directamente de Roma y un techo de molde palladiano: en retrospectiva, Adam creó una síntesis no tanto de origen intelectual, sino escenográfica y pintoresca.[Mi. 6]​ Otra obra representativa de los hermanos Adam es Osterley Park, con una notable estancia etrusca y un clásico hall de entrada (1775-1780).

A finales del siglo XVIII también se registra la actividad de Joseph Bonomi el Viejo, James Wyatt y Henry Holland. El primero, nacido en Italia, se trasladó a Inglaterra en 1767. Entre sus obras, en las que confluyen precisas reminiscencias arqueológicas, se recuerda la iglesia de Packington Park, en Warwickshire, que muestra afinidad con la arquitectura contemporánea revolucionaria de Ledoux en Francia y de Gilly en Alemania, y es única en la escena inglesa.[Pe. 4]​ De formas austeras y sigue siendo, el exterior está hecho de arcilla pura y se aligera por grandes ventanas con un bisel derivación térmica semicircular; el interior parece estar inspirado en el templo de Neptuno en Paestum con columnas dóricas que sostienen la bóveda de cobertura. Probablemente esta disposición interna influyó a muchos arquitectos, entre ellos a James Wyatt.[Mi. 7]

Wyatt era rival de Adam y se hizo famoso con el Panteón de Oxford Street, en Londres (1770, ya destruido), un edificio destinado al entretenimiento que era una singular versión neoclásica de la iglesia de Santa Sofía de Estambul. Construyó mucho, aunque se le recuerda por sus contribuciones en el campo neogótico y por las grandes restauraciones de las catedrales inglesas; sin embargo, edificó varias casas de campo en estilo neoclásico, como la de Dodington, en Gloucestershire, en la que hay detalles de los mundos griego y romano.[Mi. 8]

En estrecha relación con el lenguaje de Wyatt y de Adam está Henry Holland, que en su primer encargo importante, el Brooks’s Club en Londres (1776), diseño, detrás de una fachada palladiana, ambientes con sobrias y medidas decoraciones. Dos años más tarde comenzó a trabajar en una mansión en Herefordshire, que fue seguida por las amplias transformaciones de Carlton House, donde se encuentran influencias francesas,[Mi. 9]​ ya que franceses fueron los artesanos que se ocuparon de la decoración y del diseño de muebles.

Hasta en el siglo XIX se produjeron resultados notables: ejemplos importantes son el Museo Británico de Londres, el St George's Hall en Liverpool y obras de John Soane (1753-1837).[Fu. 2]​ El Museo Británico es un edificio monumental construido desde los años 1820 y protegido por una elegante columnata jónica: el articulado complejo retoma el tema de los templos clásicos y se concentra en su interior en una gran cúpula de hierro fundido por encima de la sala de lectura.

Un poco más tardía es la Sala de St. George de Liverpool, severa construcción destinada a albergar la vida cívica de la ciudad. Esta suerte de basílica civil, no es más que un conjunto de diferentes volúmenes adyacentes entre sí y unidos por un entablamento que se ejecuta en todas las fachadas del edificio. El complejo fue diseñado por Harvey Lonsdale Elmes, pero a su muerte la obra fue continuada por Charles Robert Cockerell, que añadió el volumen de la sala de conciertos, cuya rica decoración clásica contrasta con la sobriedad del exterior.[Mi. 10]

John Soane se considera casi el representante exclusivo del Neoclasicismo revolucionario inglés.[24]​ Influenciado por George Dance (1741-1825) y especialmente por Ledoux, saltó a la fama a finales del siglo XVIII por su trabajo en la construcción del Banco de Inglaterra, en Londres, un vasto complejo caracterizado por las cúpulas rebajadas y por una extrema sencillez estructural. Entre sus creaciones merece destacarse la casa que el arquitecto diseñó para sí mismo en Londres (ahora Museo Soane): el diseño original, que no se ejecutó en su totalidad, se creó de la máxima simplicidad, con grandes arcos abiertos en la fachada y por lo tanto muy cerca la arquitectura revolucionaria de Ledoux.[Pe. 5]​ En contraste, el interior, muy congestionado, claustrofóbico, anula el clasicismo del exterior, revelando un lenguaje muy personal, y más afín a la tradición pintoresca: numerosos espejos (más de 90 en una de las estancias más pequeñas) simulan salas más amplias, la iluminación viene de arriba, mientras arcos gotizantes destacan el sofito de las paredes.

Entre la transformaciones urbanísticas hay que señalar Regent's Park y Regent Street en Londres, diseñado por John Nash. El arquitecto, influenciado por la sistematización realizada en Bath hizo una serie de uniones en el tejido urbano de la ciudad, proyectando habitaciones con columnas, dinteles y frontones, de acuerdo con los dictados del neoclasicismo; sin embargo, el siniuoso recorrido abandona la estaticidad vista en las transformaciones de París, ofreciendo vistas en perspectiva siempre nuevas, combinando en sí mismo también el gusto romántico por el descubrimiento continuo y por lo pintoresco.[Fu. 3]​ En cualquier caso, los mejores proyectistas ingleses de la época sufrieron la fascinación del renacimiento gótico, a menudo asociado con una tradición religiosa, arquitectónica e intelectual que surgió en el centro de Oxford, Cambridge y Londres. En cambio, desde mediados del siglo XIX, en Escocia y el norte del país floreció una intensa temporada neoclásica, reconocible por ejemplo en el Ayuntamiento de Leeds (1853), en la Picton Reading Room de Liverpool (1875) o en las iglesias que Alexander Thomson construyó en Glasgow bajo la influencia de Schinkel y Cockerell.[Mi. 11]

Italia

Rusia

España

En España, el barroco del siglo XVII y la primera mitad del siglo XVIII, en todas sus expresiones, dejaba una sorprendente serie de monumentos religiosos y de palacios, residencias y colegios. El contraste entre la arquitectura churrigueresca y la modalidad académica o neoclásica fue tan rudo, que parecían fenómenos artísticos en dos mundos opuestos. En la segunda mitad del siglo XVIII, se impuso el gusto neoclásico impulsado por la Academia de Bellas Artes de San Fernando. En Madrid se desarrollaron grandes proyectos de modificación urbana, el principal diseñado por Juan de Villanueva en torno al Salón del Prado y sus inmediaciones (el Real Observatorio Astronómico, el antiguo Hospital de San Carlos, el Jardín Botánico, el actual Museo del Prado —para gabinete de ciencias—), y otros importantes, como San Francisco el Grande (Francisco Cabezas, Francesco Sabatini —autor también de la Puerta de Alcalá—). Fuera de Madrid destaca la obra de Ventura Rodríguez (catedral de Pamplona, capilla de Nuestra Señora del Pilar), que también diseñó las fuentes monumentales del Prado madrileño (fuente de Cibeles, fuente de Neptuno).

Escandinavia

Grecia

Paradójicamente el estilo neoclásico se desarrolló en Grecia algo tardíamente, solo a mediados del siglo XIX, cuando se presentó para la renovación de Atenas.[Mi. 19]​ Después de la independencia del Reino de Grecia del Imperio otomano en 1832, la arquitectura de Grecia estuvo influenciada principalmente por la arquitectura neoclásica. Para Atenas, el primer rey, Otón I, encargó a los arquitectos Stamatios Kleanthis y Eduard Schaubert que diseñaran un plan urbano moderno. El Antiguo Palacio Real (1836-1843), obra del arquitecto alemán Friedrich von Gärtner, fue el primer edificio público importante que se construyó en el nuevo estilo para el rey Otón I y su esposa, la reina Amalia, con fondos donados por el padre de Otón, el rey Luis I de Baviera.

Posteriormente, a mediados y finales del siglo XIX, el danés Theophil von Hansen (1813-1891) y el sajón Ernst Ziller (1837-1923) participaron en la construcción de muchos edificios neoclásicos. Hansen, que se había trasladado a Atenas en 1837 donde su hermano mayor Christian Hansen (1803-1883) era arquitecto de la corte desde 1834, diseñó su primer edificio, el Observatorio Nacional de Atenas, y dos de los tres edificios contiguos que forman la llamada «Trilogía Clásica de Atenas», a saber, la Academia de Atenas (1859) y la Biblioteca Nacional de Grecia (1888). El tercer edificio de la trilogía es la Universidad Nacional y Capodistriana de Atenas (1843), que fue diseñada por su hermano Christian. Theophil partió para Viena en 1846, aunque más adelante realizará el Zappeion (1874-1888), el primer edificio construido para los Juegos Olímpicos de Atenas 1896 usado para reuniones y ceremonias.

A su vez Ziller, que había trabajado para Theophil, viajó por todo el país y realizó importantes observaciones arqueológicas.También diseñó muchos y variados edificios, mansiones privadas en el centro de Atenas que gradualmente se hicieron públicas, generalmente a través de donaciones, como la mansión para el arqueólogo Heinrich Schliemann, el Iliou Melathron (ahora, Museo Numismático de Atenas) (1878-1881) o la Mansión Presidencial de Atenas. Proyectó asimismo el ayuntamiento de Syros y el de Ermoupoli, el Teatro Apolo en Patras, la estación ferroviaria de Olimpia y la iglesia de San Gregorio Palamas en Salónica.

Los rasgos más característicos del estilo neoclásico griego, como en todo el mundo, son la forma simétrica, las altas columnas que se elevan hasta toda la altura del edificio, el frontón triangular y el techo abovedado.

Portugal

Otras naciones europeas

La propagación del revival clásico fue casi uniforme en toda Europa, aunque con algunas excepciones: España, por ejemplo, no aportó ninguna contribución significativa al Neoclasicismo.[Pe. 11]

En Viena algunas influencias neoclásicas se registran desde las primeras décadas del siglo XVIII, en la Karlskirche de Johann Bernhard Fischer von Erlach, una obra maestra del rococó austríaco: el edificio está de hecho protegido por un pórtico hexastilo, al cual se apoya en dos columnas coclides inspiradas en la columna Trajana de Roma. Un clasicismo más riguroso se hace sentir en el siglo XIX, con el Theseustempel y el Burgtor, dos complejo neogriegos del ya mencionado Pietro Nobile.[Pe. 12]

En Polonia, hacia el final del siglo XVIII, se difunde una arquitectura derivada de los modelos revolucionarios de Ledoux, pero un monumento de principios del primer Neoclasicismo se encuentra en la catedral de Vilnius (ahora en Lituania, que en la época estaba unida a Polonia en la Confederación polaco-lituana).[Pe. 13]​ En el siguiente siglo Antonio Corazzi fue protagonista de la construcción de varios palacios en Varsovia, mientras que la nobleza polaca encargaba a Karl Friedrich Schinkel algunas residencias en la campiña.

En Praga el Neoclasicismo fue recibida con retraso respecto al resto de Europa,[Pe. 14]​ en Hungría la ruptura con el lenguaje barroco ya sucedió en los años 1770:[Pe. 15]​ la catedral de Vac, con su pórtico coronado por un ático masivo, data de 1763-1777. En el siglo XIX este estilo culmina en la catedral de Esztergom (de planta central, con una cúpula) y en el neogriego Museo Nacional húngaro en Budapest (este último obra de Mihály Pollack).

Neoclasicismo en América

Iberoamérica

A los imperios americanos de España y Portugal llegó el estilo neoclásico a través de proyectos diseñados en Europa o bien realizados localmente por arquitectos europeos o criollos formados en las academias de las metrópolis.

También hay ejemplos de la adaptación al lenguaje arquitectónico local, que durante los siglos anteriores había realizado una síntesis o sincretismo de los elementos europeos y precolombinos en el denominado barroco colonial. Un ejemplo de ello es la Catedral de Tulancingo, México (1788, José Damián Ortiz de Castro).

A criterios más clásicos pertenecen, en Chile, el Palacio de La Moneda (1784-1805) y la Catedral Metropolitana de Santiago (1748-1800), ambas obras del arquitecto italiano Joaquín Toesca.

En México, el Palacio de Minería (1797-1813, Manuel Tolsá) y el Hospicio Cabañas de Guadalajara (1804-1810, del mismo arquitecto).

En Ecuador, el Palacio de Gobierno de Quito (también llamado de Carondelet, 1790 o 1801, Antonio García).[42]

En los albores de la independencia de Hispanoamérica, se desarrollaron programas constructivos en las nuevas repúblicas. El neoclasicismo fue introducido en la Nueva Granada por Marcelino Pérez de Arroyo y Valencia. Posteriormente, en Colombia se construyó el Capitolio Nacional de Colombia en Bogotá (1847, Thomas Reed, formado en la Academia de Berlín), la Catedral Basílica Metropolitana de Bogotá y Primada de Colombia en Bogotá (1807-1823), (1941-1946 Reformas) bajo los planos de Fray Domingo de Petrés; y en Perú la Catedral de Arequipa (1844, Lucas Poblete).

Brasil, que se convirtió en la sede de la corte de la monarquía portuguesa, independizándose de su metrópoli como Imperio del Brasil, también utilizó los recursos de la arquitectura para la glorificación del poder político, y se optó por recurrir a arquitectos formados en la Real Academia de París. A esta época pertenece la portada de la Academia de Bellas Artes de Río de Janeiro o Academia Imperial (1822)[43]​ y el Palacio Imperial de Petrópolis (década de 1840).[44]

Argentina, es otro de los países que busca despojarse de su pasado colonial, pero en el contexto de reorganización del país luego de la independencia en 1810, se busca un aspecto de poder que transmita la presencia del Estado inspirando respeto y devoción, incluyendo por supuesto la arquitectura. Sin embargo, no se concibe una imagen propia, sino que se introduce el canon clásico, no en forma de réplica de edificios de la Antigüedad, pero si con una predominancia clásica y mucha influencia de clasicismo francés; que va a perdurar hasta el siglo XX.

En lo cultural, se puede verificar un apresuramiento por importar modelos culturales europeos, para reemplazar la tradición colonial. Se trataba de negar todo lo que pudiera recordar la etapa de la subordinación a España. Es lógico que con esta base ideológica la imagen que ofrecían las ciudades resultaran negativas y se necesitara transformarlas.[45]

Estados Unidos

Siglos XVIII y XIX

Los orígenes del Neoclasicismo estadounidense derivan de la intensa difusión que había del palladianismo en el diseño de villas rurales.; también desde finales del siglo XVIII se vio el éxito del revival griego. Los arquitectos más interesantes de la época eran Thomas Jefferson e Benjamin Latrobe.[Mi. 20]​ El primero, a partir de 1771, comenzó a trabajar en su casa en Monticello, en Virginia, obra particularmente innovadora en comparación con construcciones inglesas contemporáneas.[Mi. 20]​ Inspirado por la Maison Carrée de Nimes, entre 1785 y 1789, ejecutó el poco original proyecto para el capitolio del estado de Virginia. Su trabajo más famoso sigue siendo el campus de la Universidad de Virginia, cuyos dibujos definitivos se remontan a 1817: el elemento dominante del nuevo complejo es sin duda la Rotonda, que albergará la biblioteca y que con un porticado vagamente palladiano, combina un cuerpo circular, inspirado en el Panteón. Otra de las características del edificio, reconstruido como resultado de un grave incendio que se desarrolló a finales del siglo XIX, son las salas que se abren al interior, de forma elíptica.

Fue el propio Benjamin Latrobe quien sugirió a Jefferson la solución de la Rotonda.[Mi. 21]​ El primer trabajo principal de Latrobe son la penitenciaría de Richmond y el Banco de Pensilvania, ya desaparecida. A principios del siglo XIX recibió el encargo para completar el Capitolio de Washington, el gran palacio en que habían colaborado muchos arquitectos de la época y con un resultado muy cuestionable. Más tarde, bajo el ala reconstruida del Senado, insertó la Cámara del Tribunal Supremo, en la que el gusto por la geometría y los detalles sugieren una estrecha afinidad con los modelos del francés Ledoux y del inglés Soane. Entre 1809 y 1818 realizó la catedral de Baltimore, sometida enseguida a modificaciones y ampliaciones, pero que permanecerá como su construcción más feliz.[Mi. 22]

El estilo clásico se consolidó después con las obras de Robert Mills y William Strickland, estudiantes del propio Latrobe.[Mi. 23]​ Del primero se recuerdan algunas iglesias de planta central en Filadelfia y Richmond, la enorme columna de Washington en Baltimore y varios edificios en la capital federal del país, caracterizados por severos pórticos. Del segundo, después de la fama alcanzada por el diseño del segundo banco de los Estados Unidos, se tiene el proyecto por la original Bolsa de Filadelfia y el Capitolio de Nashville (1845-1849), dotados con linternas inspiradas en el monumento corágico de Lisícrates.

La primera mitad del siglo XIX finaliza con la construcción de algunos edificios clasiceantes: el Capitolio de New Haven, obra de Ithiel Town, el capitolio de Ohio en Columbus (1838) y el Girard College en Filadelfia, de Thomas Walter.

El neoclasicismo se impone en la escena americana sustancialmente hasta la segunda mitad del siglo XIX. Los últimos trabajos notables son algunos proyectos académicos de los asociados Charles Follen McKim, William Rutherford Mead y Stanford White, como la Biblioteca de la Universidad de Columbia en Nueva York, de 1893, imponente edificio que refleja el esplendor de la arquitectura civil romana siguiendo el modelo del neoclasicismo francés.[Mi. 24]

Siglo XX

Hacia finales del siglo XIX, el clasicismo puro se convierte en el eje teórico y cultural para la construcción de ciudades enteras como Washington : en la ciudad, concebida como un damero", se dispusieron fríos edificios clásizantes. En Nueva York fueron concebidas enteras porciones de nueva urbanización, que involucró a las áreas dispuestas a lo largo de Wall Street. En este espíritu urbanístico se dispusieron importantes edificios en el viejo estilo. De hecho, en el siglo XX el neoclasicismo se convirtió en el estilo preferido para los edificios gubernamentales: se trata de edificios hechos en clave anti-moderna, que reflejan en el gigantismo la intención de destacar el papel y el prestigio internacional de la nación.[Fu. 6][46]

Son numerosos los ejemplos, los más célebres concentradas principalmente en el área de Washington. Por ejemplo, el Lincoln Memorial (terminado en 1922) de Washington es uno de los edificios que tratan de imprimir a la ciudad una impronta destinada a reclacar la similaritud con la Roma imperial. Diseñado como un monumento en memoria del presidente estadounidense Abraham Lincoln, conocido por su lucha contra la esclavitud, el monumento fue concebido a nivel ideal en 1867, pero el inicio de los trabajos fue en las primeras décadas del siglo XX. En el interior del edificio, diseñado por Henry Bacon, se colocaron esculturas y estatuas ideadas según el modelo de las famosas "copias romanas" (estatuas hechas en la época romana que siguen los bronces perdidos de la antigua Grecia), como en el caso de la gran estatua de Lincoln, situada en el centro del mismo monumento.[47][48]

También en la capital estadounidense, en los años 1930 se levantó el majestuoso Palacio de la Corte Suprema, terminado en 1935. El edificio, cuya fachada frontal muestra una pronao de estilo corinto, fue proyectado por Cass Gilbert, que era entonces ya conocido por toda la crítica de arte internacional por su Woolworth Building en Nueva York, en el momento uno de los rascacielos más altos en el mundo.[Pe. 16][49]

El último edificio de este género es el Jefferson Memorial, inaugurado en Washington solo en 1943. Diseñado en 1939 por John Russell Pope, fue construido a imitación de las villas palladianas y de los templos romanos y griegos. El edificio se desarrolla a lo largo de una rotonda de columnas jónicas que culmina en un gran pronao con vistas al río Potomac. El monumento retoma el modelo de la Rotonda del arquitecto y presidente Thomas Jefferson, al que se dedica el memorial, que había hecho para la Universidad de Virginia.[48][50]​ Se trata de un revival muy alejado de las nuevas tendencias de la arquitectura del siglo XX, que desde hacía tiempo ya había abierto nuevas puertas, en una ruptura total con el pasado y sus imposiciones estilísticas (ver por ejemplo la Casa de la cascada, que Frank Lloyd Wright había completado en 1939).[Pe. 17]

Notas

  • De Fusco, Renato (1980). L'architettura dell'Ottocento (en italiano). Turín: Garzanti. ISBN 9786001500565. 
  • De Fusco, Renato (1999). Mille anni d'architettura in Europa (en italiano). Bari: Laterza. ISBN 9788842042952. 
  • Matteucci, A.M. (1992). L'architettura del Settecento (en italiano). Turín: Garzanti. 
  • Middleton, Robin; Watkin, David (2001). Architettura dell'Ottocento (en italiano). Martellago (Venezia): Electa. ISBN 88-435-2465-8. 
  • Nikolaus Pevsner (1998). Storia dell'architettura europea (en italiano). Bari: Laterza. ISBN 88-420-3930-6. 
  • Nikolaus Pevsner; John Fleming; Hugh Honour (2005). Dizionario di architettura (en italiano). Turín: Einaudi. ISBN 9788806180553. 

Bibliografía

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  • D. Watkin, Storia dell'architettura occidentale, Bolonia, 1990.

Enlaces externos

  • Neoclasicismo, racionalismo y arquitectura revolucionaria en Artehistoria
  • Neoclasicismo en Arquitectura del siglo XIX
  • Neoclasical architecture en Britannica
  • El estilo neoclásico en interiores en 21-design.com

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